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En psicología, tantas son corrientes que se proponen explicar la psique y sus fenómenos, como los modelos terapéuticos (o enfoques) que, a partir de distintas ópticas, afrontan el malestar, los trastornos y las enfermedades mentales.​

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La psique se enferma cuando algún aspecto esencial de nuestro equilibrio personal, nuestras relaciones o nuestro estilo de vida se ha vuelto insostenible, pero no respondemos o lo hacemos de manera reiteradamente inadecuada. Esto puede deberse a que no reconocemos la urgencia de replantear aspectos críticos de nuestra vida o porque nos resistimos a un cambio necesario que ya no puede esperar.

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Mi enfoque no se basa en protocolos estandarizados, sino en caminos terapéuticos diseñados para responder a las necesidades reales y únicas de cada persona. Con este fin, integro técnicas cognitivo-conductuales, humanistas, sistémicas y psicoanalíticas, además de musicoterapia y consejería filosófica (philosophical counseling), no con el propósito de aliviar síntomas, sino de ayudar a la persona a explorar y comprender en profundidad sus emociones, creencias y relaciones.

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Por ello, el propósito de la psicoterapia no consiste en “aliviar” los síntomas (como haría un fármaco), ya que, aunque esto pueda ofrecer un beneficio inmediato, a largo plazo solo obstaculiza el verdadero proceso de sanación. Esta manera de pensar deriva de la tendencia errónea a considerar la sanación psicológica en términos similares a la recuperación física, equiparando la labor del psicoterapeuta a la del médico.

Si bien las etiquetas diagnósticas pretenden igualarnos, no hay una depresión igual a otra.

Consideremos, por ejemplo, a una persona que sufre depresión: a diferencia de una enfermedad física, la depresión no se manifiesta de la misma manera en todos los casos, ni responde a una única causa, ni “significa” lo mismo para cada persona. 
el que un tratamiento resulte estadísticamente más efectivo que otro no implica que sea la mejor opción para todos

 

Más allá de la etiqueta diagnóstica, cada individuo vive de forma única el malestar psíquico, por lo que no es posible “curarlo” aplicando un protocolo estandarizado.

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Por ello, suelo dedicar la misma atención a los sucesos y desafíos diarios de mis pacientes como a desvelar su mente inconsciente, por ejemplo a través del análisis de los sueños.​

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¿Distintos enfoques conllevan diferentes objetivos terapéuticos?

Sí, porque conciben de manera diferente qué se debe de entender por “sanar” y el proceso mismo de sanación. Muy a grandes rasgos, existen dos visiones antitéticas de qué es sanar y, por ende, de cuál es el objetivo de la psicoterapia. Estas dos visiones apoyan sobre distintas concepciones de la psique y de la relación mente/cuerpo.

La primera visión piensa la salud mental en analogía con la salud física. La labor del psicólogo replica entonces la del médico y está orientada a restaurar un equilibrio - “fisiológico” en el caso del médico, “psicológico” en el caso del psicólogo. La atención queda fija en los síntomas y “sanar” significa remitir o superar el trastorno, prescindiendo de toda exploración tanto de las raíces profundas como del “significado” del malestar en y para la vida de la persona. Si, por un lado, los enfoques basados en estas premisas (la Terapia Cognitivo Conductual es el ejemplo más nítido) ofrecen caminos terapéuticos más rápidos, predecibles y “medibles”, por el otro es común que, al tiempo de haber terminado el tratamiento, se presenten recaídas o que el malestar se vuelva a manifestar bajo otro semblante.

La segunda visión postula que cuerpo y mente tienen dos diferentes estilos de habitar el mundo: el cuerpo, alcanzado su desarrollo óptimo, busca esencialmente sobrevivir; la mente, por el contrario, no llega nunca a su realización, siendo más bien crecimiento, transformación y evolución constantes. En este contexto, un trastorno es la expresión de una necesidad evolutiva tan profunda cuan desatendida que, a través del síntoma, ejerce su extrema demanda de atención y comprensión. Si es el reiterado “olvido de sí” lo que lleva a enfermar, “sanar” tendrá que ver con desatar los nudos que bloquean la realización de la persona, y la remisión de los síntomas será un “efecto secundario” del proceso terapéutico. La psicoterapia se enfocará entonces en las profundidades de la personalidad más que en la superficialidad de los síntomas. Es el caso de abordajes como el psicoanalítico o el humanista, que compensan caminos más largos y sinuosos con resultados más importantes y estables.

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Cada persona vive el malestar psíquico de manera única. Sanar la psique implica explorar y enfrentar tanto las causas profundas como las "direcciones" del malestar, comprendiéndolo a la luz de nuestra personalidad.​​

​Integrando técnicas cognitivo-conductuales, humanistas, sistémicas y psicoanalíticas, además de musicoterapia y consejería filosófica (philosophical counseling), diseño caminos terapéuticos enfocados en las necesidades reales y únicas de cada persona con el propósito de ayudar a la persona a explorar y comprender en profundidad sus emociones, creencias y relaciones.

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EXPLORAR Y ELABORAR

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Por ello, dedico la misma atención a los sucesos y desafíos diarios de mis pacientes como a desvelar su mente inconsciente, por ejemplo a través del análisis de los sueños.

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POR QUÉ LA PSIQUE SE ENFERMA

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SANAR NO ES ALIVIAR SÍNTOMAS

Por ello, el propósito de la psicoterapia no consiste en “aliviar” los síntomas (como haría un fármaco), ya que, aunque esto pueda ofrecer un beneficio inmediato, a largo plazo solo obstaculiza el verdadero proceso de sanación. Esta manera de pensar deriva de la tendencia errónea a considerar la sanación psicológica en términos similares a la recuperación física, equiparando la labor del psicoterapeuta a la del médico.

 Consideremos, por ejemplo, a una persona que sufre depresión: a diferencia de una enfermedad física, la depresión no se manifiesta de la misma manera en todos los casos, ni responde a una única causa, ni “significa” lo mismo para cada persona.

Más allá de la etiqueta diagnóstica, cada individuo vive de forma única el malestar psíquico, por lo que no es posible “curarlo” aplicando un protocolo estandarizado.

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NO TODOS NECESITARMOS LO MISMO

Sanar la psique es un proceso que implica explorar y enfrentar tanto las causas profundas como las "direcciones" del malestar, comprendiéndolo no en abstracto, sino a la luz de quienes realmente somos.

​Existen varias formas para explicar, abordar y tratar, un mismo trastorno: no existe un enfoque mejor que otro. El punto es qué nos esperamos de una psicoterapia: ¿controlar nuestros síntomas, comprender las raíces de nuestro malestar o transformarnos como personas? Además, cada problemática tiene su especificidad y es más “sensible” a ciertos enfoques que a otros: un problema de comunicación entre cónyuges, por ejemplo, responde mejor a un abordaje sistémico que a un enfoque psicoanalítico. Por último, no todos “recibimos” de la misma manera el mismo tratamiento.​

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CÓMO TRABAJO

Mi enfoque no se basa en protocolos estandarizados, sino en caminos terapéuticos diseñados para responder a las necesidades reales y únicas de cada persona. Con este fin, integro técnicas cognitivo-conductuales, humanistas, sistémicas y psicoanalíticas, además de musicoterapia y consejería filosófica (philosophical counseling), no con el propósito de aliviar síntomas, sino de ayudar a la persona a explorar y comprender en profundidad sus emociones, creencias y relaciones.​

​Ya sea de manera presencial o a distancia, mi prioridad es alimentar un espacio seguro y colaborativo, basado en la escucha atenta y sin juicio, donde el paciente pueda explorar sus recursos internos, reinterpretar su experiencia y construir estrategias de cambio y crecimiento personal sostenibles que le permitan avanzar hacia una vida más plena y auténtica.

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